abril 30, 2010

Bajo el volcán

Eyjafjallajokull

Contemplen al causante de mi inútil derramamiento de bilis. Y contemplen su nombre, porque es imposible de pronunciar con nuestra genética. Este airado dios vikingo empezó a hacer erupción en marzo, y para el 16 de abril ya había alterado el tráfico aéreo de toda Europa. Mi querida suegra tenía su boleto de regreso a tierras europeas para el 17 de abril. No antes ni después, nooooo, sino justo en medio de la contingencia por ceniza volcánica que paralizó miles de vuelos. El vuelo del 17 daba fin a cinco semanas de estancia con nosotros y a casi tres meses de visita en tierras del Nuevo Mundo.

Tras numerosas investigaciones en el sitio web de la aerolinea y en los sitios y canales de noticias internacionales nos convencimos que no había posibilidad para volar en esos días, así que la tarea era reprogramar el vuelo. Y aquí empieza el calvario: no se podía reprogramar por internet. Ya no hay oficinas de la aerolinea KLM en México. Era fin de semana, así que las oficinas de Air France (quienes manejan a KLM) estaban cerradas y nadie atendía en los teléfonos de reservaciones. El lunes 19 mi esposo y mi suegra fueron al D.F. directamente a las oficinas y tras una larga espera lograron obtener una nueva fecha... el 1 de mayo, dos semanas después de la fecha original de salida. Air France les dio lo que parecía un boleto/pase de abordaje (con logotipo de Delta, otra de sus afiliadas) y se cerró el trámite.

Hoy, 30 de abril, al tratar de reconfirmar por internet  la salida y la asistencia especial que necesita mi suegra nos llevamos la sorpresa de que la persona que hizo el cambio de fecha NO GENERÓ EL BOLETO. De nuevo la serie de llamadas a números con esperas interminables hasta poder comunicarse con un ser humano que, oh sor-pre-sa, estaba en ¡Chile!. Resulta que el número 800 de la aerolínea está en ese país y desde allá tuvieron que llamar a las oficinas de Air France en ¡Polanco, D.F.! para arreglar el numerito.
Según la empleada que hizo el cambio de fecha (trámite hecho hace dos semanas), su jefe le dijo que no generara boletos ya que la situación era incierta. Vendieron el vuelo completo y dejaron fuera a mi suegra, quien compró su boleto original hace casi cinco meses. ¿La solución? Reasignación de vuelo... para salir el lunes 3 de mayo.

Estoy furiosa. Si yo me equivoco en mi trabajo me llueven las quejas, pierdo clientes e incluso dejan de pagarme el trabajo en cuestión. Si una aerolínea deja en tierra a una mujer de 73 años después de dos semanas de demora en su vuelo original, no pasa NADA.
Exijo que se lance a las fauces del volcán a los culpables de esto, para aplacar la ira de los dioses vikingos... y la mía.

abril 26, 2010

Ni tan perdidos

Como lo he mencionado antes, soy fan de la serie Lost. Uno de los detalles que aprecio es la mención tácita de algunos símbolos budistas. El número 108 que se repite de varias formas coincide con el número de cuentas en un mala (“rosario” budista). La rueda con la que se puede cambiar de lugar la isla (don’t ask) tiene la forma de la “rueda del Dharma” con sus ocho ejes: el noble óctuple sendero que lleva a la liberación. Seres fantasmales que por sus apegos se mantienen entre un mundo y otro. Y claro, el nombre mismo de “Dharma Initiative”, tema nodal en la serie. Así como no queriendo la cosa de repente se ve por ahí una tangka (pintura tradicional), unas banderas tibetanas de oración, un personaje que se llama como un maestro Zen... Y el siempre recurrente tema del destino. Concepto en el que el budismo, irónicamente, no cree.

En los capítulos que se transmiten actualmente se está explorando lo que hubiera sido de las vidas de los protagonistas si nunca hubieran tenido el accidente que los dejó atrapados en la isla fatal. Ese mundo paralelo (aparentemente) sería el resultado de que ellos hubieran logrado hacer explotar una bomba de hidrógeno (no less) y con ello cambiado el curso de la historia. O por lo menos, de sus historias. Lo trágico del caso es que, hasta donde hemos visto, sus historias hubieran cambiado, pero ellos en esencia... no. Sufrirían de maneras diferentes, pero serían los mismos sufrimientos básicos. Serían mejores o peores personas en algunos aspectos, pero iguales en su naturaleza interior. Y el libre albedrío resulta... un tanto sobrevaluado, pues más que tomar decisiones, los héroes se ven irremisiblemente impulsados por sus hábitos y por las huellas que les ha dejado el dolor. ¿Nos suena familiar?
A veces no son las grandes acciones las que cambian el curso de la historia, sino los pequeños actos que se repiten una y otra vez. El acumulado de impresiones mentales, la repetición de hábitos, las intenciones profundas, eso es lo que realmente tiene impacto. Como la gota de agua que rompe la piedra tras mucho, mucho tiempo... una acción repetida, un pensamiento que se presenta una y otra vez, una intención fortalecida a lo largo del tiempo... eso es lo que tiene peso al final. No lo digo yo, así lo he oído de mis maestros.

Un personaje de la serie alguna vez dice, al respecto de la posibilidad de cambiar el curso de las cosas: “Whatever happened, happened”. Lo que pasó, pasó. La fuerza del hábito me llevará a hacer las mismas cosas y a tener los mismos resultados una y otra y otra vez. A tropezarme mil veces con la mítica misma piedra. Lo hermoso es que siempre, en cualquier momento, puedo cambiar. Pero, en serio en serio... ¿quiero cambiar?, ¿quiero salir de mi isla desierta?, ¿o simplemente quiero hacerla un poco más cómoda?

abril 19, 2010

Alter Ego

Leí en el blog de So y en la revista de Oprah sobre las compras aspiracionales, aquellas que hacemos pensando en que por tener este u otro artículo, automáticamente nos convertiremos en otra persona. El caso clásico es la bicicleta fija: la compramos porque voy-a-hacer-ejercicio-todas-las-mañanas y acabamos colgando las toallas sobre ella. Díganmelo a mí. Oprah escribe sobre su limpieza de clóset (su clóset es del tamaño de mi primer departamento) y de las pequeñas y elegantes bolsas que compró por que quería ser de las ladies who lunch, o sea señora pipiris nice. En realidad es una gran ejecutiva y como tal necesita una bolsa enorme que le sirva también de portafolios. Así que las bolsitas se quedaron sin usar.
Como yo soy muy frugal (léase medio coda) no suelo hacer compras de ese tipo, pero en mi imaginación constantemente hago escenas aspiracionales. Sueño despierta, pues. Veo algún lindo vestido en una tienda y me imagino en una cena romántica con mi media toronja en algún restaurante exclusivo. Veo el smartphone del momento y me imagino usándolo para contestar correos importantísimos desde algún lugar exótico. Veo los zapatos con tacones vertiginosos y me imagino bailando un sensual tango con ellos (bueno, con pareja, pero usando los zapatos). Pero la realidad es que no asisto a restaurantes exclusivos, ni tengo que contestar correos importantes cuando estoy lejos de mi compu, ni bailo tango... mucho menos con altísimos tacones.


(Aparador de Van Cleef & Arpels, Nueva York. Tomada desde leeejos.)

Pero los sueños me preparan para la realidad. Hace algunos meses, cuando ya había bajado algunos kilos me aventuré a las Grandes Baratas y me probé bastante ropa. Me encantó un vestido camisero, acinturado y con falda amplia, de color amarillo. La mano de mi admirado Isaac Mizrahi se nota en los modelitos de la muy cumplidora marca Liz Clairborne, una de mis favoritas. Salí del probador para lucir el vestido ante mi acompañante de ese día, chica joven que me conoce muy bien. “Está lindo, ¿pero cuándo te lo vas a poner?”. Cierto. Doloroso pero cierto... en esos momentos. Pero no me importó. La aspiración ganó y compré el vestido, y lo he usado constantemente en diversas salidas con amigos y familia. Yo. Saliendo. Constantemente.
Cada fin de semana voy al supermercado y hago la compra rutinaria. Siempre ando de bolsa al hombro, con ropita adecuada al clima y mis accesorios de costumbre. Un día me vi reflejada en algún vidrio... y me gustó lo que vi. Soy la mujer que quería ser de niña, cuando soñaba y jugaba con las bolsas y los collares de fantasía de mi mamá. Soy mis sueños. Mi alter ego y yo somos felices, con o sin smartphone.

abril 13, 2010

Avisos parroquiales

Ideas y comentarios que me rondan la cabeza y que son muy chicos para post y muy grandes para andarlos cargando.

No trabajes tanto: Así me dicen por ahí casi a diario. Sé que es un consejo dicho con todo el amor del mundo, pero no necesariamente es un buen consejo. Me gusta mi trabajo. Quiero pensar que trabajo mucho y que trabajo bien, así que... ¿qué tanto es tantito?

Ya sé nadar: Repito, ya-sé-nadar. Las clases regulares aunque muy espaciadas han rendido frutos: Ya puedo nadar, aunque todavía con precauciones. Lo curioso del caso es que me llevó días darme cuenta. Hasta que leí en Wikipedia las características de cada estilo, me di cuenta de que YA nado de pecho y que voy bastante avanzada en el crawl. Para alguien con fobia a las albercas esto es un gran logro. Modestia aparte.

Te veo más delgada: Me lo han dicho varias veces diversas personas. Y yo lo siento. Pero el oírlo espontáneamente de mi esposo, con quien comparto casi las 24 horas de cada día, ha sido la prueba definitiva de que la dieta y el ejercicio me funcionan. A veces es difícil notar los cambios de quienes tenemos más cerca y a quienes vemos constantemente.

El archivo Casadeözer (como el Casasola): Necesito más fotos para ilustrar el bloguito. En gran medida las fotos que publico son mías, salvo si indico lo contrario, y trato de tomar todas las que puedo para tener un archivo personal, pero suelo olvidar mi cámara cuando salgo y cuando la tengo a mano acabo tomando fotos de flores y edificios, una y otra vez. ¡Dale variedad, caramba! Hasta para la diversión se necesita disciplina.

Defender lo indefendible: Ya me cansé de hacer eso. Lo indefendible es México y muchos, muchos mexicanos. Eso sí da para un post completo. Pero no quiero. Lo traigo entre ceja y ceja desde hace meses, pero me niego a escribir aquí sobre el miedo y la violencia. Lo triste es que están ahí, en el periódico, en la tele y en la calle. Que lo escriba o no... no tiene la menor importancia.

Podéis ir en paz, este post ha terminado.

abril 08, 2010

Pequeños guerreros

Hace algunos años para ir al trabajo tomaba yo un microbús que pasaba frente al Centro Médico Nacional en el D.F. Con cierta frecuencia se subía ahí una señora que llevaba a un niño de unos 6 años en brazos, casi desmayado el muchachito. Alguna vez le oí comentar que el niño recibía un tratamiento contra el cáncer y que lo tenían que sedar, por eso salía dormido del hospital. 6 años. Cáncer. Difícil de entender.
Todos sabemos de alguien que ha sufrido esta enfermedad. En mi caso, mi abuela, dos tías abuelas, una compañera de trabajo (de unos 20 años), múltiples conocidas y amigos de mi mamá, clientes... demasiada gente, demasiada enfermedad. En algún momento mi mamá tuvo un sospechoso bultito en un seno. Después de múltiples visitas a médicos, estudios y biopsias resultó ser un crecimiento benigno, pero ante el historial familiar el doctor consideró pertinente quitarle a mi amá parte del seno. Hospital. Cirugía. That. Sucks.

...Y pensar en ese niño con cáncer. Si en un adulto la noticia de una enfermedad tan grave es devastadora, ¿cómo la procesa un niño? ¿Cómo la procesan los padres? Lo único que puedo imaginar, dado que no tengo hijos, es que en una situación así los padres entran en modo de pelear o huír. Temo que sí haya padres que huyen, pero la gran bendición es casi todos pelean, y pelean en serio por la salud de sus hijos.
Hace un par de meses en el grupo de tejedoras al que pertenezco a través de Ravelry (ver link al lado derecho) se hizo una convocatoria para tejer gorritos para los chicos que están en tratamiento en el Hospital Infantil y que por ello pierden el pelo. La noticia corrió y corrió, y de uno en uno se está juntando un montón de gorritos para los casi 80 niños que son pacientes actualmente, y confío en que se juntará la cantidad necesaria y hasta más. Los gorritos se entregan en las diferentes sucursales de Estambres La Rueca en el D.F. y hoy que fui a entregar mi aportación ví con gusto que ya hay bastantes piezas, todas hermosas. Todas tejidas con amor y con los mejores deseos de que los pequeños guerreros que los usen venzan la enfermedad y salgan fortalecidos de ese trance. Y que sus padres, guerreros también, encuentren la fortaleza para encarar la batalla, y paz al final de ella.
Con cariño y admiración para las tejedoras que inspiraron esta campaña. Que el mérito de estas acciones sea en beneficio de todos los seres.

abril 05, 2010

De Venus y de Marte... y de Saturno... y de Mercurio...

Hace unas semanas tomé un curso muy interesante. Por cercanías familiares me invitaron a un curso de fin de semana sobre el Eneagrama. Este es un sistema de autoconocimiento, en el cual se clasifica a los seres humanos en 7 tipos de personalidades, con distintas combinaciones entre sí. Estoy buscando en internet datos sobre el Eneagrama de la Esencia, que es el que estudié en el curso, pero sólo encuentro enlaces para el Eneagrama de la Personalidad, que es un tanto diferente y, según nos dijeron, ha sido más difundido. Ese no lo conozco, pero su base es el sistema que estudié en el curso.

Así de entrada, cuando empecé a oír eso de “clasificar los tipos de personalidad” la idea me pareció muy limitante. ¿Cómo que hay un número limitado de personalidades entre los miles de millones de seres humanos que existen y han existido? Acudí al curso con bastante reticencia (¿resistencia?), pero al ir escuchando a la expositora y al ir viendo cómo se arma el “mapa” donde se establecen los tipos y sus relaciones... como que le empecé a dar más crédito.


El Eneagrama de la Esencia habla de 6 tipos básicos de personalidad y un tipo adicional o “matiz”. Todos los tipos están nombrados de acuerdo a los planetas y a la Luna, y el matiz se denomina “solar”. Además, hay tres "tendencias", las cuales aderezan a esos tipos básicos y les dan aún más variedad. De acuerdo con la teoría, cada tipo de personalidad refleja las características del planeta al que está asociado, así como la glándula del cuerpo con la que se relaciona. Estas conexiones, según nos dijeron, han sido estudiadas y teorizadas durante siglos. Ya en la Grecia clásica se hablaba de temperamentos coléricos y melancólicos, algunas teorías médicas hablan de cuerpos endomórficos y exomórficos, y la astrología siempre ha tratado de caracterizarnos de acuerdo con los planetas, estrellas y satélites. Todo lo que trate de explicar qué pasa dentro de nuestras cabecitas locas ha sido popular a lo largo de la historia, así que esta no es la excepción.


Y entre los tipos de los que habla este Eneagrama están los/ las Venusinos y los/las marciales (relacionados con Marte). La relación con aquel famoso libro de las de Venus y los de Marte se antoja obvia, pero no es tan sencillo. Según este sistema, tanto hombres como mujeres podemos caer en cualquiera de los diferentes tipos, y en general todos tenemos algo de cada tipo, aunque sean características muy sutiles. Resulta sorprendente y divertido ir descubriendo que sí, yo hago aquello, yo reacciono así, yo soy igualita a lo que dice una u otra descripción. A veces hasta asusta la cercanía que tenemos con las características (a veces no tan lindas) de algún tipo. Muuuy revelador el cursito...
Al final, resulta que no es tan limitante eso de clasificar las personalidades. Después de todo, somos combinaciones siempre cambiantes, aunque tengamos rasgos más o menos fijos de carácter. La cosa es conocernos y aprender a conocer (y comprender) a los demás, por lo menos para no darse de topes una y otra vez. El Eneagrama es sólo una herramienta. Y todo lo que me ayude a descubrir los intersticios de mi mente es bienvenido.
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